sábado, 14 de mayo de 2016

Ni sexo, ni hacer el amor.

Los vasos estaban sucios, las botellas vacías. En el piso -sucio- huellas de zapatos, y el ambiente cada vez más frío.
Sonaba cumbia, de esa cebolla; ya habíamos terminado de bailar.
Eran las 5am y a ese jote estúpidochistoso con el que constantemente tenía que lidiar en eventos de ese tipo se le ocurría invitar a un amigo que recién salía del trabajo.
-"Que venga nomás"- con la esperanza de que trajera marihuana, cerveza o un cigarro; aunque fuese compartido.
La conversación estaba buena y ni me percaté cuando abrieron el ventanal. Lo vi cuando ya se estaba sacando el casco de la moto. Cayeron primero sus dreadlocks de pelo castaño muy claro, y acto seguido esbozó una sonrisa. No voy a mentir: No me movió el mundo, pero me causó mucha curiosidad.

Ya eran las 6 am y hasta los halagos del estúpidochistoso me estaban aburriendo. Escapaba de ellos un rato cada vez que, con el de la moto, nos pedíamos una u otra canción de Bloque Depresivo, Villa Cariño o Guachupé. Se las sabía todas. Cuando las cantaba con él me miraba con cara de niñito. Efectivamente llegó con cigarros y ni siquiera tenía que pedirle. Cada vez que sacaba uno me ofrecía que fumara con él. Si con eso ya era adorable, cuando me pasó su chaqueta para abrigarme ya me estaba chocando su poco usual pero exquisita ternura.

Cuando llegó la hora de dormir me fui inmediatamente a la pieza de mi primo chico. "Me van a hacer dormir con el estúpidochistoso", obvio que pensé. Ese era el plan desde el comienzo de la noche, supuestamente: darle un par de besos y a dormir. Ni siquiera lo esperé, ya me había acostado cuando entró el de los drealocks.
"Que tenís desordenada la cama, cómo vamos a dormir así?" Me reí nomás. Hizo la cama conmigo acostada y me sentí una niñita. Cuando se acostó ni siquiera se insinuó. Me abrazó y me dió la mano. Tenía su nariz en mi mejilla y por primera vez no sabía si podía o no darle un beso a alguien que estaba tan cerca. Su respeto, su cuidado, su sutileza me tenían asustada. Con esas personas es difícil arriesgarse tanto.
Conversamos harto; cuando supo que estaba viviendo y estudiando en Santiago me ofreció ir a verme. No sabía si me estaba molestando o si era en serio. Prefería lo primero; porque, de verdad existe gente tan dulce aún? Por qué me lo vengo a encontrar ahora? Por qué algo de una noche?

Si bien su forma me encantaba y asustaba a la vez, algo malo tendría que haber. Pensé que si era tan dulce y "romántico" para tratar, lo que venía no iba a tener mucha emoción. Poca pasión, poca fuerza; incluso poco tiempo. Pero él aún no terminaba de sorprenderme.
Fue dulce y bruto. Fue apasionado y romántico. Fue lindo y estúpido. Fue todo lo que me esperaba y lo que no, también. Fue de esas noches que una no espera, una de esas que una ni siquiera planea. Difíciles de conseguir y hasta de imaginar. Si con otros el momento de mayor era intimidad era el bajarse los pantalones, con él quedar completamente desnudos no fue ningún problema. Recorrer la pieza entera inventando nuevas formas de encontrarnos no fue para nada un problema. Los besos que me dió fueron incluso más agradables y ricos de los que algunas ex parejas me habían dado. Todo con él implicaba complicidad, erotismo y confianza.
Me quedé dormida con sus manos acariciando mi pelo y con sus besos. Esos besos que una no espera dar en una noche de supuesto "sexo desenfrenado" y de al otro día despedirse sin esperar volver a verse.

Me descolocó más de lo que había pensado. Cuando me ofreció llevarme a mi casa en su moto al otro día no quería nada con él. Insistió e incluso sentí que estaba siendo desagradable negándome tanto, pero lo único que quería era caminar sola y llegar a mi casa. No porque no me hubiese gustado o lo encontrara un idiota; todo lo contrario. Le habría dado mil de esos exquisitos besos de despedida pero sentí que tenía muchas cosas que pensar.
Lo que estaba pasando no tenía que ver con su actitud, sino con la mía. En qué momento me empezó a chocar que en esos encuentros esporádicos hubiese cariño? En qué momento me acostumbré tanto a no involucrar sentimientos? En qué momento limito y me limito tanto que no existe posibilidad de sentir algo más que atracción sexual por las personas con las que me involucro? No se si me preocupó, asustó o enojó. Pero fue extraño. Fue caer en la cuenta de algo que hace rato estaba pasando. Era malo? Era bueno? Por qué no me había dado cuenta?

Del de los dreadlocks no supe más. Le conté a mi primo que había estado con su amigo y me dijo que era muy bajo perfil. Buena onda, simpático, relajado y piola. Que cuando fuera de nuevo lo iba a volver a invitar. No le conté lo que me había pasado en lo personal, ni siquiera lo había pensado bien. Con suerte sé su apodo, no le pregunté el nombre. Supongo que si vuelvo a salir con mi primo me lo voy a encontrar.
Fue una buena noche para ambos, pero para él debe haber quedado ahí. No debe tener ni una mínima idea de todo lo que he pensado en torno a esa noche y, en específico, de todo lo que su ternura fue capaz de hacerme replantear.