lunes, 3 de junio de 2013

M U CH O Y NA D A (a la vez).

La rutina es cada vez más notoria, el conformismo me hace sentir cada vez más hipócrita, el aburrimiento ya no se va con alcohol ni cigarros, todo está bien y todo está mal.
El diálogo ya no es entretenido: Antes siempre tenía algo que me alegraba o entristecía mucho, ahora soy un simple gráfico, plano y normal. No he conocido a nadie, no me he equivocado. Estoy haciendo todo como corresponde por mi tranquilidad, pero resultó siendo peor. 
No extraño a nadie, aunque sí anhelo dar amor. 
No extraño nada más que dar amor.

Escucho a cantantes que antes me cargaban, veo programas que antes me aburrían. Hago transformaciones en mí pensando que lo malo lo estoy proyectando desde adentro, pero a la vez siento que es una especie de mala racha lo que tengo. Son las sorpresas lo que le dan la entretención a la vida, y fue la misma vida la que me dió la sorpresa de que no era todo como yo creía.. La época más dura de mi corta vida fue más entrañable y acorde conmigo que la tranquila. 
Estoy superando ciertos defectos que tenía, estoy trabajando en ello, pero para qué? para que al final del día me acueste a escuchar a la Javi Mena llorando? Estudio y obtengo los resultados que me espero, me está yendo bien en lo que me tiene que ir bien, pero para qué? para llegar a la U estresá y con todos mis sueños de joven libertaria por el piso? Critico tanto, me critico tanto. No entiendo gran parte de las cosas que antes me parecían normal, quiero ir más allá y no sé cómo. Ya no me gustan las marchas, no me gustan las manifestaciones a tontas y a locas que hacen y que antes me inspiraban al sueño juvenil de un mejor mundo. No me gustan las acciones solidarias falsas. Estoy harta del sinismo y la inconsecuencia de la que están dotados la mayoría de los movimientos hoy en día. Quiero algo efectivo, quiero algo en serio. Quiero cosas serias en todos los ámbitos de mi vida. 

Tengo mucho y tengo nada. Me están dando mucho, me llega mucho de afuera, y no estoy siendo capaz de recibir. Porque a la vez no tengo nada, nada me pertenece, nada me sorprende. Nada me motiva.

Y eso no es lo tan malo; lo verdaderamente malo es que cada vez se me alejan más objetivos y se acercan otros inimaginables. Quiero un cambio en este sistema, el sistema del que todos somos víctimas y el sistema de mi vida. El sistema que me rige; ese sistema al que tan fiel soy pero que ni siquiera comprendo.

Me doy cuenta de esto cuando se empieza a alejar gente, cuando me alejo yo de lo que era, cuando yo misma alejo a gente. Y me agota cuando pienso que es un proceso normal de la adolescencia, el cual sufro ahora y me atormenta, pero que cuando sea más grande, me va a traer sufrimiento por el deseo de volver a vivir estos únicos momentos en que juzgo todo lo que veo, oigo y entiendo.
Qué enriquecedor es vivir (no pasar) encima de todo y todos. Qué empobrecimiento cuando se ponen los pies donde corresponde.