viernes, 22 de marzo de 2013

Para mi desconocido más cercano.

¿Cómo estás? ¿Qué ha sido de ti? ¿Superaste aquel dolor de hace un par de amaneceres?
Me gustaría preguntar esto sin usar las letras de un aparato electrónico, pero se me hace imposible, por motivos que espero sólo conozcamos nosotros dos.
Quisiera explayarme de tal forma que te sintieras en confianza para decirme qué es lo que pasa por tu mente cuando nos encontramos por los fríos y amplios pasillos de nuestro único lugar de encuentro, pero no me siento con la facultad para hacerlo. Siento que corrompo tu intimidad y que no lograría mi objetivo si lo intento de tal forma.
Me gustaría saber si has aprendido, si has criticado la vida que estás llevando. ¿Tienes miedo? Yo también lo tendría; pero cuando hay algo que capta tu atención, el miedo está pero no te influye, algo así como una presencia secreta. Eso me está pasando a mí.. y lo agradezco, la verdad.
¿Pensaste alguna vez en mí? Sorpresivamente, de la nada. ¿Lo hiciste? porque yo sí, y lo sigo haciendo. Es más: puede que ese sea el gran motivo de este escrito.
Porque pienso, y vuelvo a pensar, y créeme que vuelvo a preguntarme cómo fue que cometí tal error y logré interponer entre nosotros una barrera tal que nuestra comunicación ahora sea casi nula. No sólo es eso, sino es que también cree una barrera para mí, y ahora ya no sé ni siquiera cómo mirarte a esos ojos cafés infantiles que tienes. Y quiero remediarlo.. pero no sé cómo.
Entonces pasa que, en esas tardes nubladas y frías como la de ahora, pienso en cómo sería sentarme a conversar contigo. Saber qué hay detrás de ese payaso que todos conocen, saber cuáles son tus verdaderos dolores y quiénes podrían ayudarte a curarlos. Saber qué hay detrás de esa mirada que a veces posas sobre mí, saber por qué me buscas inconcientemente con esos ojitos almendrados. Aunque no me menciones, saber quiénes son realmente importantes, quiénes son los que en verdad te interesan. Saber cómo estás actualmente, en esta posición; cómo va la vida con esa persona que te acompaña, cómo es que están juntos hace tanto, si te llena como me gustaría que alguien lograra llenarme a mí. Pero estoy elevando demasiado mis expectativas, porque ni la más mínima conversación verdadera hemos logrado entablar desde ese día en que me sentí una basura.
Vuelvo al arrepentimiento, vuelvo a la realidad. Y pienso en cuánto me gustaría que supieras que me inspiras felicidad y cariño, que me pareces alguien que demuestra ser feliz cuando necesita más cariño que cualquier otro integrante de esa organización malvada de personajes que pasa a diario por mi cabeza. Por esto mismo es que destacas en ella.
Déjame que sea sincera, y pueda decirte cuán mal me he sentido últimamente por no ser capaz ni de decirte "hola", y que mi alegría cuando me dices la más mínima frase en esos encuentros ocasionales se asemeja demasiado a la de un objetivo cumplido. Déjame que sea sincera con estas líneas, y sea capaz de decirte sólo por este medio que me pareces hermoso con tus defectos y virtudes, con tus faltas y sobras, con tus risas y llantos. Deja que te diga que me muero de envidia al saber que otra persona puede acompañarte a diario, mientras yo no soy capaz de hablarte a pesar de que te veo y seguiré viendo al menos por un año; que me muero de envidia al saber que ahora sólo conversas con tu acompañante, cuando hace un tiempo nuestras conversaciones parecían y podrían haber sido infinitas, incluso con la existencia de esa persona. Déjame confesarte cuanto me arrepiento de no haber dejado que tocaras mis labios esa noche en que nos favoreció el alcohol, la soledad y la confianza.
Y cuando me dejes hacer todo lo anterior, deja que me arrepienta, que me retracte. Porque no quiero causar estragos con la estructura que tienes para tu futuro, no quiero derrumbar tus planes y traer más preocupaciones a tu vida. Creo que no se relaciona de ninguna forma con la intención enorme que tengo de algún día ayudar a que seas feliz, como te lo mereces, como se nota que ansías ser.
Perdóname por no haber estado cuando debía y cuando pude hacerlo, es que no sabía cómo acercarme, y me desespera aún más seguir sin saber cómo hacerlo. Pero a pesar de ello, yo sólo espero que esa sonrisa que muchas aman, jamás se vaya, y que el brillo de tus ojos, ese que sigue captando mi atención a diario, jamás desaparezca. También espero que no te olvides de esa señorita que alguna vez te hizo reír tanto como tú a ella, la que te escuchaba tanto como tú a ella; la que te mira y se derrite, la que torpemente soñaba contigo como una magna fantasía. La misma mujer que no es capaz de pensar en ti más que como en un cercano desconocido.