sábado, 18 de octubre de 2014

Corre el tiempo, corre la vida;
corren tus manos, también, por mis mejillas.
Por los muslos, por el pecho, por atrás de mi cuello.
Soy monja de día y de noche estoy sin velo.

Rienda suelta a lo que en público es pecado,
afuera el remordimiento mientras estás a mi lado.
Y cuán difusa luce la mente gracias al distractor pasional,
aquí se trata de sexo, para otro rato quedará el amar.

Cuando todo ya se ha hecho, cuando parece que ya no damos más
es como si no estuviéramos separados, estamos más cerca de fusionar.
Al ritmo del cansancio, un dulce beso, seco y cansado
ha venido a sellar nada más que lo que nos hemos dado.

¿No será demasiado lo que pronto hemos de callar?
¿No será demasiado lo mucho que me gusta tu tocar?
Me pregunto si podré con eso, me pregunto si podré aguantar
este secreto contenido con lo que a nadie podemos contar.

Ha terminado la jornada,
y son los últimos suspiros los que nos hacen terminar.
Han dado la señal de que, lo que nuestro cuerpo detuvo,
la mente ha de continuar.