viernes, 2 de mayo de 2014

A los libros, películas, cuentos y demases alguna vez oídos y que hoy puedo, con experiencia, refutar, expreso mi tremendo descontento así como desilusión por haberme hecho creer lo que en ellos se plasmaba.

Porque en el libro, se decía que con la tristeza el cielo te acompañaba, que lloraba contigo dejando caer gotas que chocaban con la ventana creando una melodía que parecía acompañarte en el suplicio. Y yo, por mi parte, me encontré con un sol radiente que lo único que hacía era mostrarme cuán grande era el sentimiento y que ni siquiera me dejaba dormir, pues con él la cama no parece agradable.

Porque en las películas, ante un problema aparece ese personaje que parece un ángel caído del cielo, que quiere ayudarte, que te abraza incluso sin tener que decirle nada. Como si su intuición fuese más poderosa que tus ganas de que nadie sepa nada, y justamente llega en el momento preciso a darte consuelo y amor. Lamento decir que en mis penas la única que se ha acercado ha sido mi perra, con un temor inicial que sólo se vió debilitado cuando vió caer unas lágrimas que limpié con mi mano y donde se acercó al lugar donde más rápido pudiese llegar. Ella, una perra que quizá sienta, pero no es capaz de comprender la complejidad de un problema, incluso lo difícil que es explicarlo.

Porque en los cuentos, las tristezas se expresaban como el clímax de la historia, nunca se profundizaba más. Se decía que ésta o éste estaban tristes, que quizá habían pasado algo malo, pero no se mostraba cómo lloraba, cuánto papel necesitaba para limpiarse lo congestionados que quedaban ni mucho menos lo mucho que duelen los ojos luego de un llanterío como aquel. Lo que es peor, el clímax no era ni la tercera parte de lo que pueda considerarse extenso, era algo totalmente pasajero que parecía hasta no dejar huella: tristeza totalmente mirada en menos.

Nunca nos pintaron la tristeza como era. Quizá estoy generalizando.
Nadie nunca me dijo que no iba a tener un/a amig@ que me aconsejara, nadie me dijo que el helado por las noches junto con películas y regaloneos luego de pasar una pena, podría llegar, como no hacerlo. Nadie me dijo que dependiendo de tu imagen o reputación con los demás puedes mostrar o no lo mal que te sientes. Nadie me dijo que la tristeza iba a durar tanto y mucho menos que no se iba rápidamente, sino que era un proceso largo y a veces complejo.

De no ser porque me han servido para pasar momentos gratos, aunque estos no se comparen con la tristeza, mi desilusión con respecto a estas creaciones ficticias sería mucho mayor. Por el momento me quedo con haberme dado cuenta de los dos lados de la tristeza, de lo que estar triste significa, y de haber dejado de lado mi ingenuidad al hablar de lo que es y lo que podría ser.

Atte. Una No-Contenta.